#robótica #Robóticahumanoide
"Las niñas necesitan mujeres científicas como referentes"
Robótica, género y educación
Entrevista a Concha Monje
Concha Monje Micharet se ha especializado en el campo de la robótica humanoide. Con su equipo RoboticLab de la Universidad Carlos III de Madrid ha visto nacer y dar sus primeros pasos a TEO: un robot que se ha convertido en prototipo de referencia internacional. Esta científica también dirige el Center for Aeronautical Training and Services (CATS), unidad que presta servicios a empresas del sector aeroespacial.

Además, ha liderado proyectos con alta transferencia tecnológica para empresas como FerroNats o Thales Alenia Space, y ha colaborado en el desarrollo de un sistema de control para las ruedas del Rover que lanzará la Agencia Espacial Europea en 2020 a Marte. Fue asesora científica de la película Autómata, protagonizada por Antonio Banderas, hecho que le dio relevancia pública y a partir de ese momento comenzó su compromiso con la divulgación científica y la visibilidad de la mujer en la ciencia.

Gracias a este aporte acaba de ganar el Premio Mujer y Tecnología 2018 de la Fundación Orange, así como el Premio a Mejor Científica Contemporánea 2017, otorgado por la revista de divulgación científica QUO. Amenza Roboto conversó con esta científica multifacética que se ha propuesto derribar mitos sobre los robots y contagiar a las niñas su pasión por la ciencia.
¿En qué áreas de la robótica investiga tu equipo RoboticsLab de la Universidad Carlos III?

Nos dividimos en cuatro grandes vertientes. La robótica humanoide, como su nombre lo indica, se dedica a trabajar con robots bípedos con dos piernas, lo que lleva un reto de locomoción importante. La robótica social pretende desarrollar robots sociales, que interactúen con las personas y que tengan empatía. La asistencial está pensada para personas que tienen algún tipo de discapacidad como tetraplejia que requieran de un brazo robótico para desarrollar actividades cotidianas. Y luego tenemos la robótica de exoesqueletos, que a diferencia de la asistencial, es una robótica vestible. Es un robot que tú te vistes, metes tu brazo dentro de una estructura que te ayuda a hacer movimientos que se pueden haber perdido en el cuerpo. Se usa en terapias para la rehabilitación de miembros dañados por accidentes cerebrovasculares como el ictus cerebral. Para ser un proyecto joven, el equipo que trabaja con los exoesqueletos está haciendo avances impresionantes. Ya se ha testeado en hospitales con pacientes de verdad con buen feedback de los usuarios.

¿Quién es TEO y cómo ha evolucionado en el correr de los años?
"TEO es un prototipo competitivo dentro de Europa y fuera de Europa".
TEO es un proceso muy ambicioso que comenzó a desarrollarse hace más de una década en esta universidad. Inicialmente se llamaba RH, de Robot Humanoide. Tuvimos la versión cero y la versión uno, pero muy limitadas; RH1 por ejemplo, tenía manos rígidas. Con la evolución de ese prototipo RH, que ya tenía cuerpo, incluso cámaras, se desarrolló TEO (Task Enviroment Operation) y, como su nombre lo indica, TEO tiene la capacidad de andar y de manipular objetos, lo que hace que el prototipo sea mucho más complejo.

La idea era que TEO fuera como un andador, se le hicieron dos piernas con un tronco y se le dotó de sensores que le permitieran conocer su estado de equilibrio y corregirlo frente a un desvío, por ejemplo, un tropiezo. Era un bípedo cuyo fin era una caminata robusta, sin caerse. Con el paso de los años la tecnología fue mejorando, hoy tenemos capacidades algorítmicas mucho más rápidas. TEO está haciendo tareas más complicadas. Es capaz de planchar, no como los antiguos planchadores sino que puede detectar una arruga y presionar en forma adecuada para planchar y no quemar la prenda. También es capaz de hacer de robot camarero, incluso transportando líquidos. Todo eso son habilidades complejas. Luego también se incorporó el reconocimiento de imágenes. TEO es capaz de jugar al escondite, y de reconocer caras de las personas de su entorno, lo que le permite mostrarse más empático. TEO es un prototipo competitivo dentro de Europa y fuera de Europa. Muy pocos se comercializan, estamos compitiendo con Japón. Es relevante en la esfera internacional.
(TEO, Universidad Carlos III de Madrid)
TEO convive con otros prototipos como Maggie, que es un robot social, y tiene el objetivo de socializar y mostrar emociones. ¿Cómo aprende empatía un robot? ¿Se puede traducir la empatía en ceros y unos?

En definitiva no deja de ser otra codificación, una cierta norma. El robot no siente, no padece, no tiene dolor, pero puede emular todo eso. El robot tiene una serie de sensores que le determinan el estado en el que se encuentra. Y esa información de los sensores es la que él mismo utiliza con un algoritmo que en función al estado de esos sensores, determina una cierta acción. Y esa acción puede ser mostrar una emoción.

Maggie lleva una cuenta de cada interacción. Cada vez que habla conmigo ella sabe que yo más o menos le demando media hora, reconoce mi voz, recuerda si en otras ocasiones ha tenido que jugar o bailar, si la interacción conmigo le consume muchos recursos. Entonces, si la siguiente vez que le hablo tiene poca batería y sabe que requerirá media hora para interaccionar conmigo, me dirá: "Perdona Concha, hoy estoy cansada, me voy a descansar". De alguna forma emula esa sensación del cansancio.

Imposible no hacer un paralelismo con el ser humano.

Sí, te lleva a ver cómo el ser humano atiende a lo emocional. Es muy difícil sintetizar y traducir una emoción a un algoritmo, pero hay que empezar por lo básico. Aprendizaje por refuerzos es esa sensorización que tienen los robots que le permite aprender lo que tú le programes que aprenda. Si lo programas para ser perezoso, ante un pedido te puede bostezar y decirte "me aburres", o "no quiero".
(España-Bulgaria, 2014)
Autómata
Dirección: Gabe Ibáñez, con: Antonio Banderas
¿Cómo surgió la oportunidad de asesorar sobre robots en la película Autómata del director Gabe Ibáñez?

Fue totalmente casual. En mi grupo de amistades tengo la gran suerte de tener personajes relevantes del mundo de la cultura, del cine, del teatro y resultó que Gabe estaba empezando su proyecto de Autómata y trabajaba con la actriz Elena Anaya, amiga mía. Elena le habló a Gabe de mí e hicimos un encuentro, donde hablamos largo y tendido, y le parecí adecuada para realizar la asesoría científica del proyecto. A raíz de ahí empezamos a trabajar. El guión de la película ya estaba decidido pero había algunos detalles en los diálogos a los que le faltaba rigor, pese a que era ciencia ficción. Le propuse varias opciones, y pudimos dejar reflejado gran parte de esa aportación.

Haber participado en esta película te dio visibilidad en los medios de comunicación que se interesaron en el hecho de que una mujer hubiera asesorado en robótica. ¿Cómo capitalizaste esta oportunidad? ¿Significó un hito en tu carrera?

A partir de ahí la prensa se mostró muy interesada en la película por un lado, y sí le llamó la atención que una chica realizara esta tarea. Se unieron esas dos cosas y entonces empecé a ir con Gabe a algunas rondas y entrevistas de radio y tv, y empezó un periplo de divulgación. Y ahora la divulgación científica se ha hecho como una parte de mi desarrollo profesional, le dedico mucho tiempo a eso. Acabo de empezar un programa de radio en Ondacero de divulgación de la ciencia donde vamos a hacer una serie de clases magistrales para que el oyente pierda los miedos a los robots.
¿Hacen falta referentes femeninos que animen a las niñas?

Claro que sí. Nos movemos por referentes. Lo que no se ve no te genera "gusanillo", para que quieras conocer más. Por desgracia, muchas niñas e incluso hombres se ven condicionados porque ciertos trabajos sean desempeñados por personas de su mismo sexo. Si tú tienes como referentes tanto a hombres como a mujeres en el desempeño de determinadas carreras profesionales ese tabú o freno no lo vas a tener. El referente femenino es fundamental. Hasta los 5 o 6 años todos tenemos las mismas inquietudes, a las niñas les gustan los juegos con robots, pero hay un momento en que la presión social te influye y te hace olvidar de esto. Además, las niñas tenemos una idea de que no valemos para la matemática o la ingeniería, lo que es absolutamente falso. Hay mucho que romper.

Como docente, ¿qué acciones podrías recomendar para emprender dentro de las aulas para que las estudiantes se vean motivadas a tomar carreras relacionadas con ingeniería y robótica?

No hay que siquiera formular que una niña no pueda hacer eso, tener la actitud de que todos podemos; que no haya la mínima duda. Las nuevas generaciones no están tan infectadas. Los docentes tienen que llevar a las aulas los mismos problemas y ejercicios para unos que para otros, porque no hay diferencias.

Hay que apostar por incorporar estas tecnologías al aula, introducir plataformas robóticas educativas. Esto no significa que estemos condicionando a que los niños sean ingenieros robóticos, el traer estas tecnologías al aula implica que haya un desarrollo matemático, mental, que desarrollen cierta estructura en su cabeza, que les va a venir muy bien para su vida cotidiana. El lenguaje de programación no deja de ser eso: un lenguaje, y cuantos más lenguajes tengamos más facilidad vamos a tener de expresarnos y de estructurar nuestro pensamiento. Muchas veces aprendes cosas y no ves la consecuencia de ese aprendizaje. En este caso ves el resultado, el robot se mueve como tu querías y eso al niño le apasiona, le estimula muchísimo.
Concepción Alicia Monje Micharet es científica investigadora en el campo de la robótica humanoide, vehículos aéreos no tripulados (UAVs) y control de sistemas, tareas que desarrolla dentro del grupo de investigación RoboticsLab de la Universidad Carlos III de Madrid. Hizo el Doctorado en Ingeniería Industrial en la Escuela de Ingenierías Industriales de la Universidad de Extremadura (2006), con Mención de Doctorado Europeo y Premio Extraordinario de Doctorado. Ha trabajado en centros de investigación como el Center for Self-Organizing Intelligent Systems (CSOIS, EE.UU) y el Institut für Robotik und Mechatronik (DLR, Alemania), lo que le ha permitido difundir a nivel internacional sus trabajos de investigación. En el año 2010 recibió el Premio a la Mejor Publicación Científica de la revista Control Engineering Practice y publicó un libro titulado "Fractional-order Systems and Controls. Fundamentals and Applications", de la Editorial Springer, altamente citado en la comunidad científica internacional. En la actualidad es la Directora del Center for Aeronautical Training and Services (CATS) de la Universidad Carlos III de Madrid. Como divulgadora ha participado activamente con entidades como el Instituto de la Mujer o en eventos como el Día Internacional de la Niña y la Ciencia o la Semana Europea de la Robótica. Entre otros reconocimientos, recibió el Premio a Mejor Científica Contemporánea 2017 otorgado por la revista de divulgación científica QUO en colaboración con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC y el Premio Mujer y Tecnología 2018 de la Fundación Orange.

Concha Monje
Directora del Center for Aeronautical Training and Services de la Universidad Carlos III de Madrid
Natalia Arralde es la Editora Ejecutiva de Amenaza Roboto. Ella se ha especializada en producción audiovisual (NHK-CTI Tokyo). Antes coordinó el proyecto "Periodismo en el Liceo" del MEC, el Servicio Informativo de Televisión Nacional de Uruguay y realizó servicios de producción de contenidos para cadenas internacionales como CNN y Al Jazeera. Además, ha ejercido el periodismo en canal 12, radio El Espectador y FM del Sol, El Observador y El País (suplemento Economía y Mercado). Natalia dicta clases en la Universidad de Montevideo.

Natalia Arralde
Editora Ejecutiva
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