Te has especializado en la robótica subacuática y en el aprendizaje por refuerzos aplicado al medio submarino: ¿de qué se trata esta área de la robótica?
Trabajamos con robots que son autónomos, no muy grandes (de unos 1,50 metros de largo) y que tienen diferentes misiones en los océanos. Por ejemplo, surveys submarinos del fondo del mar donde miran cómo está el fondo, las columnas de agua, la cantidad de peces, o trabajan en temas que no podría hacer un ser humano. Por ejemplo, hay robots trabajando en la misión de identificar minas de la segunda guerra mundial que aún quedan en el mar.
El medio marítimo es bastante complejo, la propagación de las ondas es muy mala, no hay GPS y las profundidades acarrean muchas presiones y corrientes submarinas. Lo que se necesita todo el tiempo es control de estos submarinos, que sea adaptativo, y que los robots por sí mismos puedan evaluar diferentes situaciones y tomar decisiones frente a las distintas situaciones. Por eso la importancia del control cognitivo, que le permita a ellos conocer el medio en el que están y tomar decisiones, lo más parecido posible a cómo lo piensa una persona o un ser vivo. La idea es que no dependa de alguien que le esté diciendo todo el tiempo lo que tiene que hacer. Nos inspiramos en cosas que pasan en el cerebro humano, más que nada en el reinforcement learning, o aprendizaje por refuerzo, que es en lo que estoy trabajando ahora.