Su hipótesis hila tan fino, que lleva incluso a cuestionar qué tan robot somos los humanos.
El objetivo de este joven científico es crear robots con sensores de vista, tacto y oído que les permitan aprender mediante la interacción con el entorno. Su idea es que copien el aprendizaje humano, al igual que un niño en desarrollo. Esto supone un avance fundamental respecto a los robots actuales, que trabajan en entornos controlados y ejecutan acciones muy precisas programadas por un experto.

El principal problema de los robots autónomos de la actualidad es que aún no están preparados para actuar en situaciones imprevistas. "No pueden funcionar todavía en entornos reales porque en ellos siempre hay situaciones inesperadas, incertidumbre", señala el científico.

Una de las posibles soluciones a esta limitación es que los robots aprendan a conocer su cuerpo y diferenciarse del entorno. "Todos queremos resolver la idea de cómo conseguimos, a partir de las sensaciones que entran en nuestros sensores, construir una estructura que nos permita distinguirnos de otras personas, convertir las sensaciones en conceptos", afirma. Y es justamente en esta idea donde se apoya su proyecto Selfception, que busca lograr que las máquinas aumenten su capacidad de percepción para que se acerquen a los humanos y de ese modo puedan interactuar: "no queremos hacer que las máquinas puedan reflexionar sobre sí mismas, eso está muy lejos, pero sí queremos dotarlas de lo mismo que los humanos hacemos los primeros meses de vida. Si conseguimos que un robot tenga la misma capacidad de integración de las señales que llegan desde afuera durante la interacción, significa que se va a comportar luego de una manera adaptativa al entorno al igual que los humanos".

Para realizar esta investigación de dos años que comenzó en el mes de mayo, Pablo Lanillos recibió una beca Marie Sklodowska-Curie de la Unión Europea para investigar en el Instituto de Sistemas Cognitivos de la Universidad Tecnológica de Munich (Alemania), bajo la dirección de Gordon Cheng.

La investigación está inspirada en teorías sensomotoras de psicología y parte de la base de que el desarrollo de las capacidades cognitivas pasa primero por el aprendizaje del cuerpo. Lanillos explica que desde que el niño está en el útero de la madre, el humano genera una serie de movimientos para construir el mapa que relaciona cada acción con su respuesta sensorial y entiende que al capacitar a las máquinas con este tipo de aprendizaje, se podrá pasar de los actuales robots cilíndricos que evitan obstáculos a una nueva generación de robots humanoides multisensoriales con habilidad de adaptación para una buena interacción entre máquinas y humanos.

Para conocer mejor a los robots, Lanillos ha tenido que trabajar codo a codo con psicólogos y expertos en sistemas cognitivos, tratando de integrar los conocimientos de ambas áreas en un objetivo común que es hacerlas interactuar.

El científico está influenciado por la escuela japonesa, que parte de estudiar a los robots para comprender a los humanos. Está convencido que este estudio podrá también dar algunas claves sobre cómo los humanos construyen su propia representación y son capaces de percibirse como individuos independientes. "Nosotros utilizamos las máquinas para entender a los humanos, y a su vez, al entender a los humanos creamos máquinas", indica.

El avance exponencial de la tecnología desembocará, según Lanillos, en un momento en que humanos y robots convivan "Cuando me imagino una generación de robots humanoides, me imagino una sociedad muy cercana a la que piensa la cultura japonesa, con robots que nos ayudan a estar en la sociedad. Estos robots no van a superar la inteligencia de los humanos pero nos van a ayudar en muchas tareas. Es probable que nuestra generación los empiece a ver"

El investigador asegura que aún se está lejos del momento en que máquinas y humanos se encuentren trabajando en el mismo lugar, pero agrega que ya se empiezan a ver las primeras muestras de que eso va a ocurrir. Señala que los robots aparecerán en forma progresiva sin notarse, al igual que los smarthphones. "A lo mejor en los próximos diez años tendremos robots para avisar de emergencias en casas de personas mayores, todos los electrodomésticos serán robots y todos los trabajos mecánicos van a pasar a ser realizados por máquinas".

La contra cara de este desarrollo tecnológico preocupa a los expertos y en ese sentido el español indica que su principal inquietud es que se utilice para temas que puedan ser peligrosos para la gente. "La parte apocalíptica que nos van a robar todo el trabajo yo lo dudo bastante, que los robots vayan a tomar el mundo, también lo dudo bastante. Lo que sí puede ocurrir es que la IA de datos utilice los datos para controlar a las personas. Ese es un peligro real, es un riesgo real y en eso tienen mucho que ver las compañías que la desarrollan. Los robots con los humanos deberían portarse como los humanos deseen".