El mundo de la moda ha estado conectado con la industria digital desde hace ya varias décadas con la introducción del e-commerce, las campañas de marketing digitales, los desfiles online y la presencia en redes sociales. En los últimos años, se está adentrando en un nuevo territorio: los videojuegos. Estos cuentan con una audiencia global estimada, para fines de 2021, en 2.81 mil millones de jugadores -jugadores que tienen el potencial de convertirse en consumidores de productos de moda-.
A pesar de las pérdidas económicas del mercado indumentario de 2020, se estima que los ingresos globales del sector fueron 1.46 billones de dólares. Ese mismo año, la industria de los videojuegos creció un 21% en ventas con respecto a 2019 y recaudó: 159.3 mil millones de dólares. El potencial de la cooperación de estas dos industrias es inmenso y es solo cuestión de tiempo para que vean los beneficios tangibles de afianzarse una con otra.
La relación entre la moda y los videojuegos existe desde los años 90, y uno de los ejemplos más relevantes del coqueteo de estas dos industrias fue el juego de PC: Barbie Fashion Designer. Allí los usuarios podían crear desfiles virtuales e imprimir ropa para sus muñecas. Tras mucha prueba y error, en 2010, con la popularidad de Final Fantasy, Prada y Louis Vuitton convirtieron a los personajes de la franquicia de videojuegos en embajadores de sus marcas, y los usaron para presentar las nuevas colecciones. En 2016, Louis Vuitton dio un paso aún más arriesgado: adoptó de manera exclusiva el personaje Lightning, de Final Fantasy, para promocionar sus colecciones de Primavera/Verano, en regiones específicas. Los avatares se convirtieron en celebridades que acercaron la moda a los gamers.